Se les fue el avión: Los IPO que nunca fueron
En los últimos siete años, la Bolsa Mexicana de Valores ha vivido una sequía histórica de ofertas públicas iniciales. Aunque en meses recientes se habla de una reapertura del mercado, los candidatos son en su mayoría medianos o pequeños, con impacto limitado en la profundidad bursátil. Vale la pena mirar atrás: en la última ventana de oportunidad —justo antes del cambio de gobierno en 2018— algunas compañías sí lograron colocarse, pero otras se quedaron a un paso y nunca concretaron su salida a bolsa.
Mifel
Grupo Financiero Mifel, fundado en 1993 como banco múltiple, cuyas iniciales vienen de su fundador Mike Feldman, cuenta con operaciones en varias ciudades del país con especial exposición a la región central y un negocio con peso en el financiamiento a empresas. El banco intentó dar el salto al mercado bursátil en 2018.
El plan era ambicioso: levantar unos 350 millones de dólares colocando poco más del 40% de la compañía. Para ello ya contaba con JP Morgan y Bank of America como coordinadores globales, y con BBVA y Santander para el tramo local. El rango de precio estimado —35 a 40 pesos por acción— implicaba una valuación cercana a 1.8–2.0 veces su valor en libros, ligeramente por debajo de comparables como Banregio o Banco del Bajío, que en ese momento cotizaban arriba de 2x.
El interés de los inversionistas institucionales, en especial de las Afores, nunca despegó. Mifel tenía la mitad del tamaño de Banregio, por lo que difícilmente entraría al IPC y mostraba un ROE menor (17.5% frente a 18–19% de sus pares). A esto se sumaba su alta exposición a créditos ligados a obras públicas y transporte en la Ciudad de México, vista como un riesgo ante el cambio político que se acercaba.
El desenlace fue claro: aunque la valuación lucía atractiva, la demanda no alcanzó y la oferta se pospuso indefinidamente. Desde entonces, Mifel ha crecido con fuerza. Su portafolio de créditos pasó de 46 mil millones de pesos en 2018 a 83 mil millones hoy, un aumento de 1.8x, similar al de Banco del Bajío (1.6x) y Banregio (1.8x). La diferencia está en la rentabilidad: hoy Mifel reporta un ROE de 23%, por encima del 21.2% de Bajío y del 19.5% de Banregio. En retrospectiva, habría sido una de las historias más sólidas de la banca mediana mexicana para listar en bolsa.
Grupo Axo
Grupo Axo se ha convertido en uno de los principales jugadores del retail de moda en México. Su modelo se centra en operar licencias de marcas internacionales de ropa, calzado, belleza y accesorios, con una estrategia multimarca y multicanal que combina tiendas propias, espacios en grandes almacenes y comercio electrónico.
Datos de Axo al momento de sus trámites de colocación:
En 2016, la empresa empezó a preparar su salida a bolsa, un paso natural para financiar su crecimiento. Sin embargo, su vulnerabilidad ante la volatilidad cambiaria y la fuerte dependencia en pocos de los muchos convenios estratégicos que tenía encendieron alertas entre inversionistas. Además, competía contra gigantes globales con más músculo financiero y escala, lo que hacía difícil justificar una valuación alta.
La empresa optó por cancelar el IPO y levantar recursos en el mercado privado, una decisión que con el tiempo resultó más atractiva. En 2015 facturaba unos 4,500 millones de pesos; hoy genera alrededor de 25 mil millones, crecimiento orgánico e inorgánico claro está pero aún así más de cinco veces su tamaño en menos de una década. El crecimiento se apoyó en nuevas licencias, mayor presencia en retail físico y un peso creciente del canal digital.
Más recientemente, Grupo Axo acordó una sociedad con TJX Companies, líder global del segmento off-price (dueño de cadenas como TJ Maxx y Marshalls). El acuerdo prevé que TJX adquiera el 49% y Axo conserve el 51% de un negocio con más de 200 tiendas bajo las marcas Promoda, Reduced y Urban Store. La operación aún espera aprobación regulatoria, pero es un movimiento estratégico que fortalece a Axo en un nicho de alto potencial y valida la solidez de su modelo.
Sigma
Sigma Alimentos, subsidiaria del hasta hace poco conglomerado ALFA, es uno de los gigantes mexicanos en alimentos refrigerados y congelados. Su portafolio abarca carnes frías, quesos, yogures y embutidos, con operaciones en México, Estados Unidos, América Latina y Europa. Su crecimiento ha estado marcado por adquisiciones estratégicas y una amplia red de plantas y centros de distribución que la convierten en un jugador global del sector.
En 2017, Sigma planeaba una Oferta Pública Inicial en la Bolsa Mexicana de Valores para levantar hasta 18,500 millones de pesos (unos 1,040 millones de dólares). El rango de precio estimado, entre 23 y 29 pesos por acción, implicaba una valuación cercana a 9 veces EBITDA. Los recursos habrían servido para reducir deuda corporativa y dar mayor visibilidad a los inversionistas sobre el valor de sus operaciones.
La empresa decidió esperar, buscando múltiplos más altos —superiores a 10x— con la idea de que el mercado reconocería mejor su historia de crecimiento. Esa apuesta les salió cara: las condiciones se deterioraron, la ventana se cerró y Sigma nunca concretó la oferta. En aquel entonces Sigma generaba un EBITDA cercano a los 700 millones de dólares; hoy, ronda los 1,000 millones. Un crecimiento modesto para casi una década, sin expansiones significativas en márgenes ni transformaciones que la hagan lucir como una empresa distinta. Años después, ALFA tuvo que aplicar su estrategia de “unlocking value” con la escisión de negocios, cuando lo más eficiente habría sido listar Sigma en aquel momento y no terminar como el día de hoy, como un ex conglomerado que tuvo que repartir el resto de las empresas para quedarse con un sigma que hoy cotiza a menos de 7x.
Fibra Stay
En 2018, Hoteles City Express buscó capitalizar parte de su portafolio maduro creando Fibra Stay, un fideicomiso de inversión en bienes raíces (FIBRA) especializado en hoteles. El plan era aportar 42 inmuebles ya en operación, con más de dos años de historial, y levantar entre 2,000 y 2,500 millones de pesos mediante la emisión de CBFIs. City Express mantendría el control mayoritario y seguiría operando los hoteles.
El proyecto tenía sentido: buscaba dar transparencia al valor de sus hoteles, reciclar capital y financiar la expansión de la cadena en nuevos desarrollos. La estrategia seguía la tendencia de usar FIBRAs para monetizar propiedades maduras y canalizar recursos hacia el crecimiento.
Sin embargo, el mercado nunca ofreció las condiciones para valorar a Fibra Stay en los múltiplos que la empresa esperaba. El tiempo pasó, las ventanas se cerraron y el proyecto cayó en un ciclo sin fin: no se concretaba la OPI porque el mercado no reconocía el valor de los hoteles, y el mercado no reconocía ese valor justamente porque nunca se hacía la colocación.
Al final, Fibra Stay se volvió un “fantasma bursátil”: un plan anunciado con detalle que nunca llegó a ver la luz en la Bolsa. La compañía quedó atrapada en un ciclo de expectativas incumplidas, y los inversionistas se quedaron con la impresión de una historia que pudo ser atractiva, pero nunca se materializó.
La ventana se cerró y no se ha vuelto a abrir
Los casos de Mifel, Grupo Axo, Sigma y Fibra Stay muestran el otro lado de la historia de las IPOs mexicanas: compañías con tamaño, planes y asesores listos, pero que nunca dieron el paso final. En algunos, como Mifel o Axo, su desempeño posterior confirma que habrían sido emisoras atractivas. En otros, como Sigma o Fibra Stay, el tiempo demostró que las ventanas no se abren dos veces y que la oportunidad se esfumó con condiciones que hoy difícilmente regresarán.
También están los casos de aquellas empresas que nunca se plantearon seriamente un IPO —o incluso lo desdeñaron porque no lo necesitaban— pero que en retrospectiva habrían hecho bien en considerarlo. Cinépolis, por ejemplo, pudo haber protagonizado un evento de monetización histórico para la familia controladora, sobre todo tras el golpe a los hábitos de consumo que dejó la pandemia. Banamex es otro caso, con la posibilidad latente de reactivar su salida en algún momento. Mabe habría podido monetizar antes de que el ruido político de la era Trump cambiara las reglas del juego. E incluso, en un escenario alterno y neoliberal, hasta Pemex pudo haber debutado en bolsa antes del cambio de régimen, con todo lo que ello habría implicado.






